Mayo 18, 2016 (Desperté y como cada mañana, te habías ido)

Desperté y como cada mañana, te habías ido.
Quise salir a buscarte sin saber por dónde comenzar,
sin la certeza siquiera de encontrarte,
sin la esperanza de volver a verte como cada noche.
Y es que no te dije que te quería,
me reservé el valor en el cajón de la cómoda
y quise quedarme a tu lado, en silencio,
como si estuviera muerto y tú fueras el cielo que me esperaba.

De nuevo mi miedo, ineluctable, fue mayor que yo.
La cerrazón anunciaba el destino de ese día:
mi corazón, aciago, se quedaría sin ti,
mi ánima descansaría en su tumba sin la dicha de tu imagen.

Olvidé también, confesarte que estoy tratando de olvidarte,
que mi cuerpo se ha acostumbrado poco a poco a tu ausencia,
que mis dedos no extrañan ya tu piel ni mis ojos tu belleza,
que ya no espero encontrarte por casualidad en los que eran tus lugares.
He vuelto a mi soledad, a tomar café cerrero cuando hace frío;
también dejé de leer poesía para no pensarte, para tampoco escribirte.

Es cierto, he hecho todo lo posible para no recordarte,
he engañado a mi cuerpo haciéndolo creer que no te necesito,
que estaré mejor sin tus besos, sin tu risa, sin tu compañía,
sin ti.

Sin embargo esta no es una batalla,
pues sé que por más que lucho, me resulta imposible olvidarte.
Así que ahora que salga a buscarte, no te pido que regreses,
al contrario, te pido que no vuelvas, que me dejes;
porque así, inerme, sabré que eras a quien quería,
y solo entonces, mi diáfana piel te hará ver mi corazón
suplicando, con retumbos, que lo dejes acompañarte.

Hoy, por fin seremos libres.

Comentarios

Entradas populares