Abril 22, 2016 (Sobre la vida y su significado)

Cada persona decide en qué creer, si desea o necesita creer en algo. Y ahí radica la esencia de todas las vertientes religiosas o no, en la necesidad o el deseo.

Yo, por ejemplo, deseo creer que puedo estar contigo, mas no es una necesidad. Por otro lado, necesito creer en algo porque si no lo hago me siento vacío. Hace unos años no creía en nada que fuera impalpable o invisible. Eso me llevó a vivir (si se le puede llamar así) de forma que no me importaban muchas cosas. Spinoza tenía razón al decir que la vida se disfruta, se goza, se vive. Pero se equivocó al pensar que todos podemos hacer eso, habemos quienes no le encontrábamos sentido tampoco al placer. En tales casos ¿cómo se debe aconsejar? ¿qué filosofía se debe seguir?

Si profundizamos un poco en lo que somos y sabemos, ciertamente desconocemos si hay un fin en la existencia. En tal caso, aventurarnos a decir que se debe vivir procurando siempre ser felices tiene el mismo valor que decir que se debe vivir haciendo mal a todos. Pero la idea de la reencarnación, el karma, el cielo y el infierno, o la misma incertidumbre de no saber si hay algo más para los muertos nos hace inclinarnos a la idea del bien y el mal, de ser mayormente buenos, de disfrutar nuestro paso por este planeta. Y negar todo supuesto me hace sentir temor, me hace sentirme inútil y abandonado. Puedo con mi inutilidad pero no con el abandono.

Comencé a creer que es bueno disfrutar la vida antes de que fuera tarde y acabara con ella después de una desafortunada situación en la que casi me la arrebatan. Ahora intento disfrutar las cosas por más sencillas que sean: el olor de la tierra mojada, el color de las aves, el vuelo de los insectos, el sonido de la lluvia en los cristales, los días nublados, el agua fría de la regadera, las formas de las hojas de los árboles, un buen poema, las parejas que caminan de la mano, el sonido de las llaves al llegar a casa, los rasguños de los perros, el pay de limón, las conversaciones con amigos, la oscuridad de la noche al dormir, los colores en las burbujas de jabón.

Por eso creo que es bueno creer en algo, en alguien, para no ser seducidos por lo perturbador, por la mala fe. Yo creo en mí y en ti, creo en el amor, creo en Dios. Y creo que la gente puede un día descubrir todo lo maravilloso que es estar en paz al morir.

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