Abril 7, 2016 (Interludio I - Amor de noche)

Esa noche fue diferente. Llevaba varios días pensando en todo lo que se dijeron aquel domingo por la madrugada, recordando cada diálogo, cada frase, con el mismo tono de voz con el que fue dicho. No creyó que las cosas fueran a cambiar de tal forma, que existiera siquiera aquel camino que descubrieron tan disimuladamente.

Y ahora ahí estaba de nuevo, pensando en qué escribirle, qué decirle, en llamarla solo para preguntar cómo había sido su día o qué tal estaba el clima por allá. Cualquier cosa con tal de escucharla de nuevo, porque cuando hablaba con ella pensaba que la tenía a su lado, y sonreía al imaginar cómo sería poder dormir juntos, abrazados, mirándose uno al otro hasta que la luz del amanecer y la alarma de las siete los despertara.

Pero esa última noche había sido diferente. Habían sido ellos mismos, y se confesaron cosas que solo se dicen entre amantes. La lucidez se fue después de la medianoche y los obligó a quererse a la distancia, a desear romper las barreras espaciales y temporales con tal de estar juntos.

Ella: elocuente, divertida, interesante, temerosa. Él: ansioso, indeciso, amoroso, tímido. La noche se encargó de ponerlos en la misma frecuencia y poco a poco se perdieron en sus pensamientos más ocultos, dándole a aquel momento el mejor final, el menos esperado.

Al siguiente día él no apareció hasta después de las seis de la tarde. Y hasta ese momento, ella no había aparecido. Le dijo que la quería pero le mintió, él no la quería, la amaba; pero sabía que ella no estaba lista para escucharlo, así que la esperó. Y mientras lo hacía se dedicó a escribir:

No he dejado de pensar en la noche de ayer. Estábamos tan cerca a pesar de las millas que nos separan. Quise desear estar junto a ti para poder mirarte por fin, para abrazarte y llenar mis pulmones de tu esencia.
No he dejado de pensar en ti. Estoy buscando un pretexto para llamarte, para decirte algo, no importa qué.
Hoy, al igual que ayer y el día antes de ayer, te deseo. Te quiero tener cerca para sentir el calor de tu cuerpo, y no importa que estemos a veinticinco grados. Te quiero a mi lado para disfrutar de ti, para sentirme en ti, para refrescar el bochorno de la noche con la frescura de tu boca, de tus labios, de tu sexo, de tu piel.
Pero me tienes aquí, esperando que digas algo. Y es esa espera, amor mío, lo que me está sofocando.
No tardes. Nos necesitamos.

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