Abril 12, 2016 (Interludio IV - Terapia de pareja)

Temo por ambos. Por mí, si descubro que no quieres lo que yo para nosotros. Por ti, si aceptas lo que quiero para nosotros.

No es posible no quererte después de todo. Porque como dijo Sabines: «Siempre estás a mi lado y yo te lo agradezco».

Estoy seguro que cuando te mire de nuevo, será más difícil evitar besarte. ¿Hasta cuándo he de estar así? Yo pensé que no me sentiría así de nuevo. ¿Enamorado? ¿Obsesionado? ¿Ilusionado? Cualquiera que sea la palabra adecuada, incluso la que no.

¿Te ha dicho ya el psicólogo que te alejes de mí? Si lo haces, no me lo digas, solo hazlo. Así el dolor será mayor y será más difícil olvidarte. Así también sabré cuánto te quiero y qué estoy dispuesto a hacer para no permitir tu pronta retirada.

¿Será entonces cierto aquello que Maribel dice, sobre que la idea de formar un matrimonio y estar con alguien para toda la vida es algo muy ambicioso? ¿Todas las mujeres temen a esos planes futuros que incluyen el ver cada amanecer a la misma persona por demasiado tiempo? ¿Es que solo buscamos un poco de compañía hasta que nos sentimos mejor con nosotros mismos? ¿Somos por naturaleza seres egoístas, dominados por genes más egoístas que quieren perdurar?

Entiendo que si fuésemos eternos, el compartir la eternidad con una persona podría ser fastidioso. Pero no lo somos, y qué bueno porque así se descubre que la vida es corta y vale la pena gastarla con alguien, compartir lo que nos queda, nada nos queda. Porque si además de corta y sin sentido, la vida no puede compartirse con alguien ¡qué difícil vivir solos las penas que nos ahogan cada día! ¡Qué difícil respirar nuestro propio aire en la soledad del alma! ¡Qué difícil tener que esperar a que la muerte nos alcance!

Nacer y morir es el verdadero ciclo de la vida. Lo intermedio es algo que la gente llama «vivir» para distraerse de su soledad existencial.

Comentarios

Entradas populares