Enero 6, 2016 (Diagnóstico: «Usted está enamorado»)

Estos últimos días en que nos hemos escrito me han parecido maravillosos; la forma en que poco a poco nos conocemos, que nos enteramos de lo que sentimos y pensamos. Ya te he dicho que te admiro porque eres diferente, porque te gustaría ser invisible, porque prefieres estar con menos gente observándote, porque disfrutas la poesía mas que yo, y porque siempre buscas algo mejor que lo anterior.

No he tenido muchas ganas de escribir porque la preparación de la tesis me tiene muy angustiado, los gastos de hospedaje, los conocimientos de bioquímica (que aunque no son tan difíciles, estoy algo atrasado), bioestadística que no entiendo, la programación en un lenguaje que hasta hace un mes no sabía y que ahora debo conocer bien por el tamaño del proyecto (resulta que el doc quiere que se suba a GitHub para que se pueda usar en otros institutos, no sabes cómo eso aumentó la presión). Y además no tengo hipótesis para registrar el anteproyecto. ¡Vaya inicio de año! Escribirte me mantiene cuerdo y Dios me mantiene vivo.

Se me van las ganas de escribir. Voy a improvisar algo para ti ahora:

De pronto todo es diferente cuando te escribo y también cuando te leo. Estoy motivado, alegre, me esfuerzo en lo que hago, y aunque esté en situaciones difíciles, no me canso. Esos son los síntomas, puedo oír una voz con el diagnóstico: «Usted está enamorado». No es como en las películas en que el enamorado está distraído, con mirada perdida, en la vagancia; mis síntomas son mejores, de amor verdadero, porque así soy mi mejor versión para ti. ¿Cuánto tiempo más debo esperar para decirte que te quiero? ¿Y cuánto más para decirte que te amo?
Ya es medianoche y no sé si cambiar la fecha a esta página o a la siguiente, después pensaré en eso que hoy estoy lleno de ti y no quiero que nada me quite eso, esta noche cenaremos en un buen club de jazz tú y yo, y beberemos vino o champaña; y mañara, tomaremos el desayuno en un café, en la terraza o en el jardín, y te miraré a los ojos sosteniendo tu rostro entre mis manos para decirte una vez más que te quiero. Es bueno saber que existes, es mejor saber que te conozco. Maribel. No te vayas esta noche ni nunca, quédate aquí conmigo, te quiero como solo yo sé querer, te necesito para darte todo este amor. Maribel, sí, Maribel.

Si pudiera cambiar algo de mi vida no sabría qué elegir. He cometido tantos errores que me sorprende seguir aquí, así como ahora. Si hubiera sido más decidido en el pasado quizá sería ingeniero en alimentos; si hubiera hecho algunas cosas mejor sería administrador; si me hubiera interesado en leer más ciencia, habría dejado MAC y me habría cambiado a física; si hubiera tenido un buen fundamento estadístico me no me sentiría como ahora. Ahora de verdad deseo esa herramienta para elegir el mejor de los caminos, aunque fuera aburrido sería al menos seguro. No creo en las casualidades, así, si estoy ahora aquí es porque así lo he decidido con mis acciones, yo mismo he generado este colapso de la función de onda en esta realidad mía.

Recapacitando, las cosas buenas son que estoy por obtener el título de la licenciatura y el lugar donde haré la tesis, las personas que conocí, las que conocí y que aprecio como amistades, las que conozco y quiero bastante, y luego estás tú. De nuevo escucho música y esta se lleva mi sobriedad, estoy como queriendo confesarme sin tapujos ni límites, me siento como constreñido por mí mismo a hacerlo. El corazón es traicionero y a veces no puedes detenerlo, solo esperar que haga lo correcto.

Sabes que eres una mujer lista e interesante, pero además de eso está tu belleza. No sé cómo te consideras a nivel físico pero en mi opinión, eres suficientemente bella como para atraer las miradas a ti (tu belleza y tus zapatos son, quizá, la causa de esas miradas indeseadas). Mezcla todo eso y tendrás una persona que será omnipresente en sueños, motivo de desvelos, inspiración para escribir. ¿Cuántas veces pasa eso? Y cuando pasa, ¿cuántas veces lo decimos? Me siento impropio esta noche, de pronto me vence la tristeza y siento que es mi última oportunidad para decir las cosas, entonces le digo a quien quiero que la quiero, y esa eres tú. Puedes parar aquí y releer desde el comienzo.

Porque por las mañanas ansío la ocasión de escribirte algo y compartirlo contigo o reservarlo para mí (más veces lo segundo que lo primero); porque por las noches quisiera decirte algo más que «descansa» o «cuídate mucho»; porque cada que me escribes algo, mi corazón me delata, y qué bueno que no estás, pues no sabría qué decirte; porque me parece que te quiero de una forma distinta, te quiero como eres: libre, desconocida, ajena. ¿Has escuchado eso de que cuando algo es muy bueno es mejor no cambiar nada porque podría dejar de serlo? A menudo pienso en eso. No tengo un ideal ni mi lista de características pero si me pidieran hacer una, tomaría mucho de ti para comenzarla. Esa es la verdad, siempre te he querido desde aquel día en que te vi.

Pensaba enviarte esto, pero decidí que no pues ya regresó mi sobriedad. Perdóname por ocultar este amor pero así es mejor para ti, tú no quieres a alguien como yo.

No te vayas. Quédate. Te quiero. Te necesito.

Comentarios

Entradas populares